Historias en Brevedad
Por: Ricardo Bugarín | Microrrelato |Argentina
El escritor argentino, Ricardo Bugarín, a quién conocimos el mes pasado, vuelve este mes con una nueva recopilación de microficciones, esta vez matizadas con un toque de infortunio.
Suspensos en la ignorancia
Influenciados por los principios de la cladística se decidió que la suegra sería ubicada en el piso superior. Todos sabíamos que había problemas con el ascensor y con la calefacción. Nadie se dio por avisado y continuamos con los preparativos como estaba programado. Cada ala de la casa tuvo su designación de uso y en los espacios compartidos se dispuso la distribución de cada una de las comidas. No quedó detalle librado al azar y las visitas comenzaron a llegar. A pesar de todo cuidado, las primeras noches hubieron algunas situaciones poco agradables que pretendimos obviar. Nunca supusimos que sobre el final de semana habríamos de vivir la alteración de los sentidos. La casa (o la suegra) en su fuerza chamánica, invirtió todos los espacios. Una voluntad aquelárrica se apoderó de la casa y, de repente, nos vimos sujetados de los cielos rasos para no caer en el vacío. Por suerte todo ha quedado registrado en fotos pero la casa de seguros no aceptó las garantías del clado y aquí estamos, como suspensos en la ignorancia de no saber qué hacer con el ayer.
Problemas de Familia
Tanta fue la desorientación en que cayó el abuelo que creía que los nietos eran sus hijos, que su mujer era su madre, que los tíos eran sus primos, que sus cuñados eran sus nietos, que su hermana era su mujer, que la abuela era su tía, que la tía era su prima, que su padre no había existido y un berenjenal por el estilo muy difícil de sazonar. Desde ese entonces se viene deshilachando la familia y no hay manera de poder zurcir lo que ya está roto.
Se presume inocente
Mi abuela es sonámbula. La encontramos la otra noche en su mecedora, en el medio del patio, intentando tejer con dos agujas y con lanas imaginarias. Los estudios no han revelado ninguna razón para esta situación que ha sorprendido a la familia. Nunca ha estado aquejada de nada y nunca ha estado medicada. Ahora intentamos interpretar algunas rarezas de la casa: fotos desaparecidas de retratos, sartenes en el baño, restos de harinas en sillones de la sala y una radio encendida a las tres de la mañana. No sabemos nada de papá ni de su auto ausente en el garage. Recordamos que ella nunca lo aceptó como yerno y que, en muchos momentos, esa situación era muy evidente. Mientras estas cosas nos inquietan, la abuela en su inocencia nos prepara chocolate para el desayuno.