Merlina, un obsequio excéntrico para la cultura de masas

Tras unas semanas desde su estreno en Netflix, Merlina ha causado furor en la internet, dejando tras de sí una ola de memes, trends de tik tok y ha empatizado con aquel sector juvenil “único y diferente”. Advierto desde ya que, esta reseña tiene spoilers, considerando que la serie tiene ya un par de semanas en la plataforma.

La serie protagonizada por Jenna Ortega, a quien hemos visto en otros productos culturales como “Entre Hermanos” de Disney Channel, resulta curiosamente un collage de otros personajes rechazados y con problemas para encajar con sus congéneres, la personalidad que impregna Ortega en su interpretación de Merlina, es como si Hermione Grenger, Enola Holmes y el cadáver de la novia habitaran en un mismo ser.

Quiero recalcar que Hermione no es el único elemento de intertextualidad existente entre Merlina y la saga de Harry Potter. Y no, no me refiero al hecho de que exista una escuela para “excluidos”, este aspecto ha sido ya explotado en otras producciones como “Escuela para súper héroes” y «Escuela para villanos», perdonen el ejemplo básico, pero es el primero que vino a mi mente.

Volviendo a las referencias a Harry Potter, para muestra un botón, la entrada de acceso a la oficina de la directora curiosamente es simular a la entrada de los aposentos de Dumbledore, solo faltó utilizar la frase “pastel de limón”. ¡Ah! Por cierto, aquí también tienen su propia versión del torneo de los tres magos, aunque aquí le llaman copa Allan Poe.

Tampoco puedo pasar por alto, que en este universo también existió un Newt Scamander que se dedicó a recorrer el mundo buscando y documentando los seres sobrenaturales que lo habitan, y que convenientemente para la trama escondió su investigación en “Nunca Más” (la escuela para excluidos donde Merlina es obligada a asistir).

Pasando de lo anterior, hablemos del director, Tim Burton es una apuesta segura para este tipo de producción, si quieres excentricidad es obvio que tienes que llamar a Tim Burton, de quien sorprende que no haya recurrido a Helena Bonham para interpretar a un papel. Entonces, el director se mantiene fiel a su estilo, rasgos aquí y allá del impresionismo alemán, con ese toque oscuro y esa aura frígida que transmiten los tonos azules contrastando con su complementario naranja para hacernos sentir que en un eterno Halloween.

En cuanto a la historia, sabiendo que es una serie para adolescentes, tiene y reafirma los típicos clichés de este tipo de productos: la chica popular que parece mala, pero que en realidad no es tan mala, un romance adolescente que obviamente llevará a un baile escolar y los típicos problemas de incomprensión entre padres e hijos adolescentes.

Sobre el reparto, se agradece que Christina Ricci (Marilyn Thornhill) o la Merlina de los 90 para los Millenials haya regresado para ser la antagonista de esta nueva versión.  Por su parte Jenna Ortega (Merlina) lo hace bien, no es que se necesiten grandes dotes interpretativos para dar vida a Merlina pero lo hace bien. Ahora, qué sería del personaje sin su antítesis, acá interpretado por Emma Myers (Enid Sinclair) la mujer lobo, que más bien debería ser una unicornio y que se vuelve amiga de Merlina, otro acierto sin duda fue el de Luis Guzmán como Homero Addams, quien si se parece al Homero de las caricaturas.

En pocas palabras, si todavía no ven esta serie ¡Háganlo! No está mal, tiene lo suyo, no esperen una obra maestra, esto no es cine arte, es otra apuesta de Netflix para enganchar nuevos usuarios y sumar otro par de centavos a su capital.