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Día de los Canchules, una viva tradición de Nahuizalco

Día de los Canchules, una viva tradición de Nahuizalco

En las entradas de las casas se observan coloridos altares de palma, decorados con flores y banderines; en el centro se lucen imágenes religiosas rodeadas de fotografías de los seres queridos que han partido. Es el día de los Canchules que se celebra cada 1 de noviembre en Nahuizalco.

De pronto los visitantes se acercaban a los altares, y se escucha recitar: «Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo canchules para nuestro camino». Entonces, los dueños de estos bellos espacios comparten de sus alimentos con aquellos que aprecian las fotografías de sus fallecidos.

Los nahuizalqueños decoraron las calles y el parque central con flores, velas y mucha comida como parte de su acostumbrada tradición previa al día de los Fieles Difuntos. Los altares y las ofrendas se lucieron con mucho orgullo como forma de respeto a quienes en vida fueron su amigos o familiares amados.

Los altares pueden variar según la creatividad de las familias, pero básicamente son estructuras de palma decoradas de manera vistosa con flores, banderines y velas encendidas. Las fotografías de los fallecidos se colocan con alimentos de predilección o bebidas como refrescos, soda, chicha, chaparro u otras. Además, se incluye una imagen venerada.

Los pobladores le llaman «canchules» a los alimentos que se comparten cordialmente con los demás. Los anfitriones convidan con tamales, dulce de ayote, caña de azúcar, chicha, tayuyos y otros alimentos como formas de convivencia comunitaria y de aprecio hacia los amigos, vecinos, familiares u otros visitantes.

Esta celebración constituye otra muestra importante del sincretismo en las costumbres de la región, que lograron sobrevivir gracias a que los habitantes acoplaron sus ritos a la nueva religión. Estos eventos conmemorativos a los fallecidos son ancestrales, pero se acoplaron perfectamente a la nueva fe.

Se tienen registros de 1898 del antropólogo Carl Hartmann sobre como en Nahuizalco, previo al día de los muertos, se colocaban altares con flores, alimentos y bebidas. Por ello, no se puede considerar como una copia del Día de Muertos mexicano, sino es un celebración propia que comparte raíces. Tampoco nada tiene de relación con el tradicional «Halloween».

Finalmente, debe valorarse que para quienes vistan el lugar es una excelente experiencia que acerca a las personas a nuestras tradiciones ancestrales. Además, dinamiza la economía, pues los negocios locales comercializan sus productos.

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Javier Iraheta