Las ofrendas madrugadoras, una tradición religiosa de Suchitoto
Las tradiciones de los pueblos suelen ser consideradas únicas por ser un legado cultural ya que forman parte de una identidad heredada de generaciones en generaciones. Los habitantes de estos pueblos mantienen una mirada conservadora a tradiciones cívicas y religiosas que con el paso de los años siguen viviendo en la mente y los sentimientos de los que se niegan a olvidarlas.
En Suchitoto, existe una tradición muy peculiar que aún vive entre las personas y que se ha vuelto una costumbre desde hace varias décadas. Se trata de las “ofrendas madrugadoras” una tradición que se celebra durante las fiestas patronales del municipio, del 1 al 13 de diciembre, en honor a su patrona Santa Lucía.
Esta tradición religiosa, considerada patrimonio cultural inmaterial de Suchitoto, inicia a las tres de la madrugada con la quema de cuetes de varas que explotan en el cielo como medio de comunicación para avisar a los suchitotenses que la celebración ha comenzado.
Y es así como los habitantes van llegando al lugar donde se lleva a cabo. Lo típico de las ofrendas es que las personas son recibidas con atol, café, shuco y pan para degustar con sus familiares y amigos. A este evento todos asisten, desde niños y adolescentes hasta mujeres y adultos mayores. Mientras que los músicos tocan con fervor y alegoría melodías en honor a la virgen.
La Virgen Santa Lucía
Según la tradición Santa Lucía nació en Siracusa, una ciudad de la provincia romana en Sicilia, en el año 283. Hija de padres nobles adinerados. Fue educada en la fe cristiana. Según cuenta la historia su madre sufría de una fuerte hemorragia y no lograba la sanación. Por lo que un día Lucía convenció a su madre de ir a Catania para rezar ante la tumba de Santa Ágata e implorar la gracia de la curación.
Esa vez, Lucía tuvo una visión en la que Santa Ágata le manifestó que no tenía necesidad de pedir el milagro, que su madre había sanado y también le reveló que un día ella sería Santa. Es por ello que ofrendó su vida a Dios como una muestra de amor y fidelidad al catolicismo, ya que además fue torturada por manifestar su religión en aquellos tiempos en los que la persecución por ser religioso estaba en todo su furor. Ordenaron sacarle los ojos y apuñalarla un 13 de diciembre del año 304, aun siendo joven, es por eso que las tradiciones de las ofrendas en el municipio terminan ese día con una santa misa.
Entonces, ubican en el centro la imagen de la virgen Santa Lucía para que los lugareños puedan contemplarla y adorarla. Además, algunos en agradecimiento por su bondad llevan flores de diferentes colores para adornar su altar.
Posterior a eso, entre cantos y consignas “que viva Santa Lucía” y “que vivan los suchitotenses”, los habitantes hacen una procesión de forma solemne con velas encendidas y mujeres cargando a la imagen de la virgen por las principales calles del municipio hasta llegar a la iglesia Santa Lucía donde concluyen con una pequeña misa.
Está vez, los participantes asistieron con mucha alegría y devoción, pero respetando las medidas de bioseguridad para no contagiarse de Covid-19. El párroco Sergio expresó por medio de la página de Facebook: “agradecemos a todos los fieles por estar obedeciendo a las normas de protocolo durante la pandemia, llevando permanentemente la mascarilla y guardando el distanciamiento social”.
Además, agregó: “un pueblo que abandona sus tradiciones está destinado a morir. Suchitoto es un pueblo vivo porque conserva, defiende y cree en sus tradiciones”.
Las ofrendas que inician el 01 de diciembre y se desarrollan en barrios, colonias y comunidades hasta el 13 de diciembre, son las fechas en la que los habitantes conmemoran la muerte de la patrona de su pueblo como una amalgama de religión y cultura. El pueblo suchitotense cree que la tradición debe ser capaz de renovarse y actualizarse, pero sin perder su valor cultural y religioso. Esta actividad de más de 50 años es un acto de ello, pues pudo desarrollarse en tiempos de pandemia.