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Hay biblioteca, lo que falta son lectores

Hay biblioteca, lo que falta son lectores

El pasado martes 14 de noviembre se dio oficialmente inaugurada la nueva Biblioteca Nacional de El Salvador; se alza imponente en el Centro de San Salvador, donde por años se ubicó la antigua estructura histórica que databa de 1950 y que tuvo el honor de tener la primera escalera eléctrica traída al país. Ahora, es una biblioteca distinta, pero que en teoría siempre cumplirá con los mismos fines relacionados al conocimiento.

Al evento se congregaron muchas personas, pero ¿Por qué de pronto una biblioteca es llamativa? ¿Qué atrajo realmente la atención frente a la Biblioteca? son interrogantes sobre un país como el nuestro con los niveles tan bajos de lectura.

Extasiados por las luces y efectos visuales, el público aprovechó para tomar vídeos y fotografías frente al moderno edificio que albergará un espacio con los libros y para la lectura. Es uno de esos regalos dignos de ser apreciados. Bueno, no todos los días otro país nos dona una biblioteca de esa envergadura, que nos proporciona una pizca del tipo de desarrollo que se ostenta fuera de nuestras fronteras.

Además del aspecto arquitectónico, hay un valor mucho mayor en este espacio y que debiera ser el motivo de alegría. Es decir, un ambiente creado para la lectura tan despreciada en el país, y para la investigación que tanto se necesita en la construcción de nuevos aportes a la cultura salvadoreña.

Sin embargo, parece ser que acá lo que importa es el recipiente y no el contenido. Es como comprar un refresco, botar la bebida y quedarnos con el envase. Pues la expectativa entre muchos es lo exótico del lugar. ¡Qué bueno! muchos iremos por nuestro respectivo recuerdo visual, pero no debemos olvidar que el principal objetivo de una biblioteca es, y será siempre, colocarnos de cara frente al conocimiento.

Tener una nueva biblioteca debe ser un llamado a la sociedad sobre que el contenido de este nuevo envase es lo que debe importarnos. Poseer un lugar cómodo y seguro para hundirnos en la lectura. Es una oportunidad invaluable para que los niños y las niñas inicien desde sus primeros años adquiriendo el hábito de la lectura.

Poseer una biblioteca envidiable en la región debe ser motivo de orgullo, pero más orgullo debe implicar el uso que se le dé a las instalaciones, y saber que una gran cantidad de textos serán consultados por los salvadoreños. Es decir, que todas esas personas emocionadas por la inauguración, estemos semana a semana leyendo y estudiando los libros en este lugar.

Sin embargo, si convertiremos este espacio en un «Centro Comercial», habrá sido en vano la pérdida de la estructura histórica anterior y el trabajo que ha implicado construir por meses una nueva biblioteca. No hay que navegar únicamente en el espectáculo, que no deja de ser atractivo, sino en el trabajo por generar hábitos de lectura.

Es un llamado a priorizar en políticas de fomento de la lectura, porque actualmente estamos en una sociedad donde los estudiantes lo que menos hacen es leer, lamentablemente. Es decir, hay biblioteca, lo que falta es lectores.

Y no es que no tengamos amantes de la lectura en El Salvador, los hay a cuentagotas, pero los hay. Y no existe duda que visitarán las nuevas instalaciones. Pero, lo cierto es que un amante de la lectura disfrutará su libro en una biblioteca, en el bus, en el parque, en la casa o en la más decadente estructura; porque al fin de cuentas los libros son los que importan.

La apuesta son las generaciones en formación, que sepan que las bibliotecas, los museos, las galerías y los teatros encierran tesoros para la mente. La estructuras arquitectónicas se degradan al fin de cuentas y visualmente nos acostumbramos a ellas, pero una sociedad de conocimientos permanece y se desarrolla positivamente.

La niñez y la juventud deben saber que allí en esos espacios están el conocimiento y las herramientas para una sociedad más consciente y menos manipulable. Una biblioteca con pluralidad de textos es la ventana a diversidad de pensamientos y al mundo de las ideas.

He aquí el compromiso de los docentes, padres de familias, casas de la cultura, autoridades competentes y sociedad en general. Vamos entonces a la Biblioteca Nacional a leer y a investigar.

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