Señorita Collage, narración de Liz Magenta
Autora: Liz Magenta | México
Se le nota triste y pálida a la señorita collage. Y ¿por qué será?, ¿será que le falta viveza a los colores, o sólo extrañará el dolor?
Algunas veces, los demiurgos de la tinta adhieren sueños sobre su blanca dermis donde lucen ardientes las tonalidades. Piel ansiosa, amante del dolor eléctrico, hambrienta de signos, de tonos, de sombras, de los piquetes dolientes y el siseo constante de las agujas que rompen la carne, para volver símbolo la cicatriz. Porque eso es lo que son, cicatrices bellas sobre heridas crueles.
Resaltan los ojos verdes de la calavera en su brazo derecho, se le enrosca por el cuello una serpiente en tonos negros, magentas, y grandes ojos amarillos. Flores de loto de un azul intenso refulgen en sus hombros, abiertas, despiertas por siempre. Brilla el pez cubista en el muslo derecho con todos sus colores contrastantes, un escarabajo egipcio, dorado, de alas extendidas, trepa por el izquierdo con las patitas negras. Frases, mantras, grecas y tribales se encuentran repartidos por el resto de la anatomía, donde luce con orgullo cada una de sus prendas de tinta.
Un cuerpo hermoso, decorado, lacerado a voluntad y por placer, siempre envuelta en el silencio de esos personajes, siempre en el intento de descifrar el universo a su alrededor, en la soledad de todos sus días y noches. Despierta, viva, pero inmovilizada por alguna fuerza, apenas deseando, esperando, soñando. Siempre preguntándose por qué parece tan acompañada, y está tan sola al mismo tiempo, por qué tantos personajes deambulando por su piel, y a la vez tanto silencio.
Sin importar el riesgo, una mañana señorita collage decidió emerger de su océano de tinta para buscar el amor. Ese sentimiento que nos desangra mucho más que cualquier tatuaje o perforación. Con esa idea despertó aquel día entre los dibujos de su cuerpo, y los colores dérmicos que la atavían. Pero ella no recordó que el amor lo conoció hace tiempo, que lo encarnó en sí misma, que lo trae ya sobre la piel en letras góticas que dicen Love.
Lo que no sabía y se enteró hasta ese momento detestable, es que, señorita collage, no es más que un dibujo, un grabado artístico, un diseño plasmado, una silueta femenina tatuada, a color, en la piel de otra mujer de carne y hueso que al igual que ella, ama la tinta, los colores, los diseños, el dolor. Un cuerpo hermoso, decorado, lacerado a voluntad y por placer, siempre envuelta en el silencio de esos personajes, siempre en el intento de descifrar el universo a su alrededor. Siempre preguntándose por qué parece tan acompañada, y está tan sola al mismo tiempo, por qué tantos personajes, y a la vez tanto silencio, soñando con encontrar el amor, en la soledad de todos sus días y noches.
Liz Magenta, seudónimo de Elizabeth Cruz Aguilar, nació en la ciudad de Puebla, México, (1980). Estudió Artes plásticas y los diplomados en creación literaria de la Sociedad General de escritores mexicanos (SOGEM) y el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Trabajó como promotora cultural en el Instituto Municipal de Arte y Cultura Puebla (IMACP) del 2010 al 2017.
Ha publicado cuento en revistas nacionales e internacionales como: Tierra Adentro, Nocturnario, Teoría Omicrón, Teresa Magazine, Phantastique, Seattle Escribe, Bitácora de vuelos, Literatura.si, entre otras. Ha ilustrado cuentos y portadas para las revistas: Teoría Omicrón, Perro Negro de la calle, Miseria, Margínalees y Lunáticas Mx.