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El levantamiento y masacre de 1932

El levantamiento y masacre de 1932
1932: levantamiento campesino

Por: Fernando Díaz

Contexto

El año de 1932 es una fecha clave para el devenir de la historia salvadoreña; por un lado marcó el inicio de las luchas ideológicas en el siglo XX, que se recrudecieron con la continua práctica de explotación y el aumento de la represión. Por otra parte, representa hasta qué punto está dispuesto el poder político y económico para callar por la fuerza a todas las personas que exigen mejores condiciones de trabajo y de vida. Hasta la fecha no hay seguridad de cuantas personas fueron asesinadas, pero se estima que murieron entre 10,000 a 30,000 campesinos e indígenas.

Las causas del levantamiento se remontan al último tercio del siglo XIX, específicamente el año de 1880, cuando se privatizan las tierras comunales y ejidales. Las primeras eran administradas por las comunidades indígenas o campesinas y las segundas por las municipalidades. En esta fecha El Salvador se introdujo al mercado agroexportador gracias al cultivo del café, producto que generaba grandes ganancias pero que requería un tratamiento especial. El Estado salvadoreño con la presión de los grandes terratenientes, introdujo una serie de políticas que incentivaban el cultivo de este grano como bajas tasas de exportación y libre mercado, además de políticas orientadas al control social de la mano de obra campesina.

Pero ¿de qué forma estos campesinos e indígenas, que ya eran propietarios de su tierra, fueron perdiendo sus medios de producción y se convirtieron a la larga en mano de obra asalariada? Y ¿Cómo los grandes terratenientes fueron acumulando y concentrando más tierras para el cultivo?

En primer lugar las tierras que fueron afectadas por la privatización fueron aquellas en donde se podía cultivar el café, es decir terrenos altos de la región occidental del país, ciertas zonas de Santa Tecla y San Salvador, lugares en donde se originó el levantamiento y en donde fue más sistemática la represión. Por lo tanto las políticas que incentivaban el cultivo del café también tuvieron un mayor impacto en esas regiones.

En segundo lugar estos campesinos e indígenas propietarios, fueron perdiendo sus terrenos debido a las herencias que dejaron a sus hijos e hijas, por lo que una parcela, por ejemplo, se podía dividir en 8 pedazos y con el transcurso de los años se iba dividiendo aún más. Esto generaba una alta división de la tierra y que al final se vendiera el terreno a los grandes propietarios.

Otra forma de perder los terrenos fue mediante el crédito. Al no poseer tanto capital para poder sostener el terreno y la cosecha, los campesinos se veían obligados a prestar a los bancos, los cuales también eran administrados por los grandes terratenientes; ya que las tazas de impuestos eran muy altas y ante una posibilidad de fracasar en la cosecha, el campesino se veía obligado a vender su parcela o simplemente se la embargaban.

También, muchos perdían el terreno debido a los juegos de azar o a las apuestas; en muchos casos estas acciones, sumado al consumo de alcohol, desembocarían en la pérdida de los terrenos.

Causas

Las condiciones de trabajo eran explotadoras, salarios mínimos que generaban una gran desigualdad social (un terrateniente tenía una ganancia de 500,000 colones al año, mientras que los campesinos 168 colones al año, lo equivalente a 30 siglos de trabajo), se les pagaba con comida y una choza para dormir, o en otras ocasiones se les pagaba con fichas que solamente podían cambiarse en tiendas dentro de la misma hacienda, había un control de vagos y quebradores del trabajo, había una prioridad para el cultivo del café, dejando de lado productos de subsistencia lo cual afectaba a los mercados locales y por último la crisis económica de 1929 que afectó a Wall Street, empeoró las condiciones de vida para 1931.

Esta situación generó un gran descontento en las comunidades, lo que dio paso a la organización y exigencia de tierras y mejores condiciones de trabajo. Así, en la  madrugada del 22 de enero de 1932 las comunidades indígenas y campesinas del occidente del país, salieron a reclamar. Se tomaron alcaldías, estaciones del telégrafo y puestos militares, también se asesinaron algunos terratenientes y alcaldes. Estos ataques se concentraron en las localidades de Tacuba, Ahuachapán, Sonsonate, Sonzacate, Nahuizalco, Izalco,  Juayua, Salcoatitán y Colón.

En diciembre de 1931 se da un golpe de Estado al presidente constitucional Arturo Araujo, siendo el artífice principal el General Maximiliano Hernández Martínez quien asciende al poder político y apertura los gobiernos militares hasta el año de 1979. Este personaje es transcendental para explicar por qué se masacró a miles de campesinos e indígenas.

Consecuencias y efectos

Apenas dos meses de estar en la presidencia, el Presidente Martínez da la orden de contrarrestar el levantamiento y aplastarlo de la manera más cruel pero aleccionadora para evitar la repetición de un suceso similar. Los grupos rebeldes,si bien contaban con el factor sorpresa y de número, estaban pobremente armados con machetes y cuchillos, y para el 24 de enero de 1932 el ejército armado con pistolas y fusiles, doblegaron cualquier intento de sublevación, retomando nuevamente el control de la región. Esta acción consolidó el poder político de los militares hasta finales de los años 70’s.

No se sabe con exactitud la cantidad de personas asesinadas posterior al levantamiento de 1932, sin embargo, las consecuencias de este suceso marcaron profundamente a la cultura indígena en El Salvador. El levantamiento fue considerado por la prensa, las élites y el gobierno militar, como un acto subversivo dirigido y organizado por comunistas, es decir, por los sectores indígenas y campesinos.

Cualquier rasgo indígena fue sinónimo de ser comunista; la lengua y la vestimenta natural de estas comunidades se tuvieron que ocultar, así como también la memoria de este suceso, porque había un miedo justificado que era aliado del olvido y que se fue quebrando hasta terminado el conflicto armado salvadoreño de la década de 1980.

Finalmente es importante destacar el papel de la memoria histórica y las diferentes interpretaciones que se han hecho alrededor de este suceso. Como se mencionó al principio el levantamiento y masacre de 1932 fue el inició de las luchas ideológicas y de las míticas fundaciones de Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

Actualmente se han realizado nuevas investigaciones sobre esta temática; una de ellas, a cargo de Erik Ching, plantea que dicho levantamiento no fue comunista y que no fue organizado por el Partido Comunista de El Salvador (PCS), en cambio fue un levantamiento organizado por los campesinos e indígenas, con el ideal de tener tierras suficientes para vivir dignamente y exigir mejores condiciones de trabajo.

Sin embargo, tanto ARENA como el FMLN insisten en la tesis de que el levantamiento fue un reflejo del avance del comunismo. El primero porque marca el inicio de la lucha contra el comunismo, y posteriormente la victoria contra este enemigo. El segundo porque es una fecha en donde se conmemora la muerte de uno de sus referentes, como lo es Farabundo Martí, y también representa el inicio de las luchas con las cuales se identificaba este partido político.

Sin lugar a dudas el levantamiento y posterior masacre de enero de 1932 marcó un precedente en el actuar de los gobiernos militares y la oligarquía salvadoreña. Por un lado consolidó el papel de los militares en el poder político y por otro sería un antecedente de los patrones que se utilizarían para el uso del terror y control de las masas campesinas en los años posteriores. Los sucesos de 1932 dejarían entrever el grave problema de la tierra concentrada en pocas manos, una causa que desencadenaría en los años 70’s en la organización de grupos de izquierda y el conflicto armado de 1980.

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