Marcial Gudiel y su aporte al folklore salvadoreño


El folklore es una parte vital de la cultura de una sociedad y es responsabilidad de todos su preservación y difusión, sin embargo, tomar ese reto en El Salvador resulta ser una lucha debido a la influencia cultural externa tan voraz. Pese a ello, hay salvadoreños que dedican su vida a este campo, uno de ellos es el maestro Marcial.
Hijo de Marcial Emilio Gudiel Alas y de Concepción Esther Meneses de Gudiel. Marcial Isidro Gudiel, originario de Sonsonate, nació el 15 de mayo de 1943. El maestro Marcial Gudiel es un salvadoreño que desde su juventud ha dedicado su vida al arte y la cultura, hoy es uno de los más grandes exponentes de la danza folklórica salvadoreña.
Su gusto por el folklore es gracias a su madre que disfrutaba vestirle de «natural» para el día de los indios. Es de ella también que heredó el amor por la danza.

Su formación académica incluye Bachiller en Ciencias, Letras y Matemáticas y Contador; es egresado de Ciencias de la Educación de la Universidad Francisco Gavidia. Sobre su formación artística incluye Ballet y Danza Contemporánea, en la Escuela Nacional de Danza «Morena Celarié» y en cuanto al área en danza folcklórica es autodidacta.
Dentro del estudio y promoción de la danza forlcklórica, el maestro Marcial ha realizado importantes aportes ya sea como bailarín y maestro de danza, coreógrafo o investigador del folklore salvadoreño. Tanto así que coreografías montadas por él perduran, tal es el caso de «La danza de los chales».

Es el autor de diversas estampas de proyección estética danzaria que representan fielmente hechos o fenómenos folcklóricos de El Salvador. Entre sus trabajos artísticos destacan: «El Tigre y El Venado de San Juan Nonualco», «El Santo Tingo de Sensembra», «Panchimalco», «Izalco» y «Cacaopera».
Además, para representar fenómenos folklóricos por medio de la danza ha creado composiciones musicales para representar dichos fenómenos, entre estos podemos mencionar «El Jeu-Jeu de Izalco», «Las Comaleras de Santo Domingo de Guzmán», «Cofradía de la Virgen del Tránsito de Cacaopera», «El Corte de algodón», entre otros.
Entre sus grandes aportes a la divulgación de la danza folklórica en El Salvador se puede mencionar que creó el Departamento de Danza Folclórica en la Escuela Nacional de Danza Morena Celarié, donde ha trabajado como jefe de cátedra. Además, es fundador del antes Ballet Folklórico del Instituto Salvadoreño de Turismo, ahora Ballet Folklórico Nacional.

Indudablemente no se puede obviar su Metodología para la Enseñanza de la Danza Folklórica Salvadoreña, creada por él y utilizada en la Escuela Nacional de Danza «Morena Celarié» para la formación de bailarines y bailarinas ejecutantes de Danza Folklórica.

En 2018 presentó una pasarela de trajes folklóricos salvadoreños con base a su investigación realizada entre 1977 a 1980 con el respaldo de ese entonces Secretaría de Cultura, Juventud y Deportes. Si quieres conocer estos trajes entra a Trajes Típicos de El Salvador.
Uno de sus propósitos ha sido dar a conocer el bagaje cultural de los pueblos salvadoreños, por eso en 1982 creó la obra «Panchimalco» con música de Don Luis Alonso Polío, quién era su compañero en el ballet folklórico de Turismo; en 1985 creó «Izalco» con música de Ricardo Solano y finalmente en 2018 creó «Cacaopera» con música de diferentes autores entre ellos el pianista Josué Parada y del mismo maestro Marcial. Con esta trilogía abarcó las tres zonas de El Salvador.

Por su labor artística y cultural ha recibido diversos reconocimientos como «Presea a la Trayectoria de la Dirección Nacional de Formación en Artes END 2015», «Homenaje a la Trayectoria» otorgado por la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas en el 2016, fue nombrado Hijo Meritísimo de Sonsonate por parte de la Alcaldía Municipal en 2017, y «Reconocimiento a Creadores de Arte» otorgado por la Universidad de El Salvador en 2018.

Todo su aporte ha permito el conocimiento y la divulgación de los fenómenos folklóricos salvadoreños a las nuevas generaciones y entre docentes del sistema educativo. Se caracteriza por defender la originalidad de lo salvadoreño y evitar «inventos» en la proyección artística.
* Las fotografías utilizadas son de autoría de Miguel Servellón y otras pertenecen a Marcial Gudiel.