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Acoso sexual: un acto normal en El Salvador

Acoso sexual: un acto normal en El Salvador

Por: Michelle Parrillas

«Debería de estar acostumbrada a este tipo de situaciones en su trabajo» le dijo la Jueza encargada de su caso a Wendy Hernández, la periodista que denunció a Jaime Perla, afiliado del partido ARENA, por acosarla sexualmente mientras ella hacía un reporte del escrutinio final de las elecciones. 

La frase causó polémica en redes sociales de parte de organizaciones feministas y de mujeres periodistas, e incluso la Fiscalía General de la República condenó el atropello que había cometido la jueza. Circuló también una tendencia en las redes en las que las periodistas se tomaban una foto con un letrero que decía «acosar periodistas no es normal» como una forma de pronunciamiento ante el caso. 

El acoso sexual es una problemática que muchas organizaciones defensoras de los derechos humanos y de las mujeres tratan de erradicar y siendo una problemática no se considera una acción socialmente aceptada que incluso cae en el delito, pero ¿Qué tan normal es en la sociedad salvadoreña el acoso sexual? 

¿A cuántas de las lectoras de este artículo un hombre les ha chiflado y les ha dicho frases que las hicieron sentir incómodas mientras caminaban por la calle? ¿Cuántas veces pasó esto habiendo gente alrededor sin que ninguno se alarmara? ¿Cuántas de las lectoras no han sido tocadas a propósito y sin su consentimiento en el transporte público? ¿A cuántas de las lectoras un hombre les faltó el respeto por la forma en la que estaban vestidas ? ¿Cuántas veces no recibieron comentarios o mensajes machistas y denigrantes en sus redes sociales? Para la mayoría de mujeres la respuesta a estas preguntas es «por lo menos una vez». Entonces surge una pregunta aún más importante: ¿Cuántas veces han denunciado estos casos de acoso?

El acoso sexual se vive a diario en la sociedad salvadoreña. Según estudios de la ONU el 67% de las salvadoreñas mayores de 15 años han sufrido algún tipo de violencia, pero solo el 6% de ellas se atreve a denunciar.  En la Guía para la Prevención Atención y Eradicación del Acoso Sexual en el Sector Público elaborada por la Secretaria de Asuntos Estrategicos de la Presidencia se define como acoso sexual “toda conducta de índole sexual ya sea, verbal, no verbal, escrita, física, etc., la cual no es deseada por la persona que la recibe y que afecta su dignidad, también puede ser realizada con el propósito de atentar contra su dignidad a través de la generación de un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante u ofensivo”. 

El acoso sexual esta estipulado como delito en El Salvador y cabe en la definición de violencia sexual establecida en la Ley Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres. Sin embargo, en nuestra sociedad el acoso sexual es normalizado no sólo por las autoridades y por los agresores que no temen ejercerlo sin tener consecuencias, sino también por las mismas víctimas.

Hablar de lo que es normal implica hablar del fenómeno de la normalización. Este término sociológico para Michael Foucault entre otras implica un proceso en el que se ejerce presión política en los individuos, no de parte de personajes políticos sino de parte de los ciudadanos mismos. Es decir, la norma o “lo normal” que los individuos crean y distribuyen es aceptado por la sociedad sin analizar la legalidad o los valores éticos que implica su aprobación, es así como prácticas aberrantes como el matrimonio infantil y la amputación de los genitales femeninos son aceptadas en muchas sociedades.

La normalización incluso puede superar el sistema legal y esto podría ser lo que está pasando en cuanto al acoso sexual en El Salvador. De poco sirve que el acoso sexual sea considerado un delito si los hombres siguen ejerciendolo sin miedo a tener consecuencias legales, de poco sirve que en la Ley Integral para una Vida Libre de Violencia para las Mujeres se establezca que la mujer tiene derecho a un recurso sencillo y rápido ante los tribunales que la amparen frente a actos que violen sus derechos, si cuando una mujer denuncia un caso de acoso sexual la jueza determina que debe acostumbrarse a dicha situación. Es así como el delito de acoso sexual se ha normalizado a tal punto que deja a la ley que lo prohibe como letra muerta, y a la vez se normalizan los actos de violencia en contra de la mujer. 

El caso de Wendy, probablemente, llegó a los tribunales debido a la exposición mediática de los hechos. Ella forma parte del mínimo porcentaje de denuncias que llegarán a los tribunales. Según la información otorgada por la Fiscalía General de la República al periodico digital Gatoencerrado, de 15,361 denuncias por expresiones de violencia en contra la mujer en el periodo 2017- 2020, sólo el 15% pasaron a ser casos judicializados. Por su parte, estudios de Ormusa apuntan que los casos que lograron llegar a tribunales no siempre fueron tratados de la manera adecuada, ya que la mayoría de veces implicaron un largo proceso sin enfoque de género. 

El acoso sexual, y sus derivadas formas de expresiones de violencia hacia las mujeres, conllevan a un problema más profundo ligado a la forma en la que se percibe a la mujer dentro de la sociedad salvadoreña. El hecho de que un hombre se sienta con el derecho de acosar a una mujer sin temor a represalias es una muestra de la  instrumentalización  e invisibilización del papel de la mujer dentro del sistema social. La impunidad ante este tipo de hechos provocó, provoca y provocará que la normalización de esta conducta siga en pie, tanto así que sea la excusa perfecta para que un juez cierre a favor del victimario. En una cultura como la nuestra, en la que el acoso sexual está normalizado incluso por las autoridades, el simple hecho de denunciar se convierte en un acto de rebeldía. 

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