El rol del arte ante la crisis
El brote de COVID-19 ha obligado a las familias salvadoreñas a aislarse en sus hogares. Actualmente todos los habitantes nos encontramos en una cuarentena obligatoria y necesaria para prevenir la propagación masiva del virus y por consiguiente un colapso del sistema de salud. Ahora bien, este encierro no dejará sin daños psicológicos a gran parte de la población.
La cuarentena puede llegar a ser completamente desagradable, en especial en nuestra cultura tan llena de movilidad, ya que la separación con seres queridos, pérdida de la libertad, poca movilidad y la incertidumbre pueden ser detonante de problemas psicológicos.
Según el Consejo General de la Psicología de España, algunos efectos negativos del estado en cuarentena incluyen angustia, estrés, depresión, ansiedad, irritabilidad, miedo, frustración, entre otros debido a los estresores que implica el encierro.
Además, estos problemas emocionales pueden reflejarse en otros padecimientos físicos como dolores de cabeza, tensión o dolor muscular, fatiga, malestares estomacales, problemas del sueño, infecciones en la piel y hasta debilitar el sistema inmunológico. Es decir, una persona puede desconocer que está siendo afectada emocionalmente, pero su cuerpo resiente los efectos.
En ese sentido, es necesario recurrir a estrategias que mitiguen los efectos negativos de la cuarentena. Es aquí donde el arte, en cada una de sus ramas, es un elemento sanador y liberador del ambiente tenso en el que nos encontramos.
La música, danza, dibujo y pintura por ejemplo ofrecen a los seres humanos una puerta de escape sin necesidad de salir de la casa. Por eso no causa sorpresa ver vídeos de personas en cuarentena tocando instrumentos musicales, bailando o haciendo uso de sus habilidades artísticas para liberar la tensión. Son muchos los que han tomado el arte entre sus manos como aliado en casa.
Quiere decir entonces que el arte puede convivir con la crisis. El arte es hoy una perfecta arma para contrarrestar el efecto de reclusión ante la pandemia. Pero surge la pregunta ¿Tendrá El Salvador una sociedad que pueda hacer uso del poder del arte?
Hoy, el artista puede pintar la crisis, representarla con movimientos o música, puede escribirla, puede vivirse con y para el arte. Sin embargo, nuestro sistema educativo ha mantenido en cuarentena el arte históricamente.
Mientras que en en otras sociedades, las familias cuentan con escritores, músicos, bailarines, escultores, etc. O bien, el aprecio por las expresiones artísticas están arraigadas a la cultura; en nuestra sociedad esto es poco, casi al borde de lo nulo.
No se duda de la existencia de artistas y amantes del arte en El Salvador, pero esto viene a ser como aguja en el pajar. Nuestras familias desconocen de arte, somos una sociedad con analfabetismo artístico. En ese sentido, nuestros hogares están aplacando su estrés frente al televisor o receptores de Internet, donde además del sedentarismo se alimentan con información nociva para la salud mental.
Llegar a este tipo de panorama deja entrever con mayor claridad la carencia educativa en artes en El Salvador. Mientras que en otras sociedades la niñez recibe educación en artes desde los primeros años de vida, nuestro sistema educativo sigue relegando este componente tan vital para el desarrollo humano.
Nuestro sistema educativo se niega a apostarle a componentes como el dibujo, la música y la danza que hoy podrían ser las mejores estrategias para mantener la salud mental. Nuestros niños y nuestras niñas deberían estar en casa cantando, tocando instrumentos musicales y haciendo ejercicio corporal; pero al contrario, están en una etapa de sedentarismo que pasará la factura posteriormente.
Lamentablemente nuestra sociedad se ha divorciado de la formación en artes. Será que este panorama en el que nos encontramos hará que el Estado vea esta necesidad o como siempre nos quedaremos con expresiones como «¿Para qué invertir en arte? si lo que importa es la economía» «¿Qué tienen que ver las artes con una emergencia como esta?» «Artes es un gasto en vano»…
Seguirá el arte siendo una lucha de pocos o será una lucha de sociedad. No se ven buenas expectativas.