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Manuel Fernández II, un poeta rebelde y socialmente comprometido.

Manuel Fernández II, un poeta rebelde y socialmente comprometido.

Manuel Fernández II, originario de Santiago Texacuangos, se considera así mismo como un ser en constante aprendizaje y amante de la vida. En sus propias palabras dice ser el resultado de una sociedad que hasta hoy sufre daños colectivos e individuales de una guerra salvaje en El Salvador.

Su visión personal gira en torno a reivindicar su ancestralidad indígena nawapipil y la defensa de Derechos Humanos y Ambientales.

Su papá le inculcó la lectura, principalmente de la poesía. Además, en su infancia se encontró con la obra literaria del poeta de quién se declara devoto: Roque Dalton. Junto a él está su admiración por Oswaldo Escobar Velado y Amada Libertad.

Afirma que aunque algunos le dicen que escribe poemas, él ha insistido
que no son poemas, «son solo palabras, palabritas que hablan de mí, del otro o la otra, de todos. Me identifico con esa línea poética rebelde y social».

Ha estado en distintos festivales de poesía en Guatemala y Panamá. Uno de sus poemas ha sido publicado en la antología poética mundial llamada «Honduras como epicentro».

A continuación te presentamos uno de sus poemas donde añora la tierra natal, El Salvador, pues actualmente se encuentra fuera del país.

El dolor, las lágrimas y las manos de tu pueblo

Bajo una palmera casi seca
con el salitre que satura mis pulmones
se pierde en el frágil horizonte mi memoria
aparece tu nombre en el salto de un delfín transparente.

Mi cabello se está llenando de espumas
he dejado pensar muchas cosas
cosas que acribillan mi reposo.
En la otra orilla
la más lejana de mi pulgar izquierdo 
deseo que desees mi regreso
ojalá que esta noche pensés en mí
como yo en vos
por lo menos un poco.

Vos sabés
te extra desde hace veinte años
en este viaje que me ha rechazado tres citas con la muerte
he deseado cerrar mis ojos bajo tu herido cielo
aquí, lejos, sin darme cuenta envejezco
y a esto por acá
le llaman vida.

Vos y yo lloramos
ambos lo sabemos
el día que mis pies me encaminaron a un mundo inverso.
Aquí
a pesar de habernos separado
tu voz me ha acompañado
y he llenado mis bolsillos de preguntas sin respuestas.

Cuando puedo te canto o te escribo
sólo me queda imaginar
que allá lejos
donde estás o te dejé
recés por mí antes de dormirte
junto a cada ruego que hace por mi vida mi padre.

Ahora
quiero confesarte por fin mi locura 
te confesaré que en mis sueños te veo
y todavía te veo sudando sangre inocente
por eso para vos y para mí
de nada nos sirve los arrepentimientos verdugos 
en esta breve pausa que hago
mientras la palmera, el horizonte y el salitre 
se acercan de de lejos a vos
te repito y te confieso
solo creo en el dolor, las lágrimas, y las manos de tu pueblo. 

Ahora puedes escuchar en vos de Manuel, los versos de su poema «El dolor, las lágrimas y las manos de tu pueblo».

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Javier Iraheta