fbpx

El domador de caballos, una obra de Alberto López Serrano

El domador de caballos, una obra de Alberto López Serrano

Por: Javier Iraheta

Javier Iraheta – Editor de Revista Culturel

Aun recuerdo cuando en la educación media estudiamos la unidad didáctica que en aquel entonces se llamaba «La antigüedad de occidente», en aquel momento me preguntaba ¿Qué tipo de sujetos son estos que se describen en estas obras? tan perfectos y valientes. Pero, mi inquietud finalizaba en el momento para continuar con mi vida adolescente. Por el contrario, Alberto López Serrano ha traído ese mundo clásico en su pecho y lo ha materializado para dar respuesta a esa pregunta que un día me hice.

Cuando se habla de la época clásica de los griegos nos remontamos a una etapa de gran esplendor, exactitud y una imagen de la grandeza. Se sabe que en este momento de la historia el arte en sus múltiples expresiones exaltaba la figura de los dioses y héroes que representaban los valores de dicha época. Su alcance cultural fue tanto que influyó a lo largo de la historia.

La misma literatura occidental toma sus bases en esta época. Dejando como herencia las hermosas tragedias griegas y obras sublimes como la Ilíada y la Odisea. Dentro de estas dos ultimas se retrata ante nosotros la imagen de la belleza en su máximo esplendor, se nos presenta a Paris, Aquiles, Áyax, Helena, Odiseo y Héctor, entre un sinfín de personajes idílicos. Pareciera que estas figuras de la literatura clásica se quedaron en la antigüedad, sin embargo, Alberto Serrano los describe y dibuja ante nuestros ojos al punto de materializarlos en cada verso de su obra «El Domador de Caballos».

Desde que inicié la lectura de su plaquette, impreso en Guatemala por Incendio Plaquettes en 2021, fue como viajar años atrás y remontar en un viaje a la literatura clásica. Pude ver e imaginar claramente a Odiseo nuevamente al leer «Pobre Odiseo, finalmente en casa,/ y no está/ las paredes volviéndose viento / y el piso escarba con sus raíces: / ¿No es que eran de agua los desvelos de antes?» (Odiseo).

Así, poco a poco Serrano nos va guiando por un mundo realmente bello en el que se le da preponderancia al «afán de belleza». Recordemos que para los griegos un cuerpo hermoso era un claro reflejo de la evidencia de un ser bueno y noble. El exterior agradable a los ojos era la prueba irrefutable de lo que hoy conocemos como «buena persona». Bajo esa línea los versos de Alberto Serrano nos remarcan una y otra vez la presencia de la belleza con un tono sublime. Para ejemplificar esta premisa, sirvan los siguientes fragmentos tomados de su obra:

«Trenzando con sus alas cada paso / de Eros la antorcha inflámales a verse, / el bello dios los mueve a conocerse» (Eros)

«Pelirroja Aquilea de veloces pies, hermosa, / no sabrán desgarrar a lucha diaria que has dejado.» (Pyrra Aquilea)

Ahora bien, sin lugar a duda el mayor reflejo de esa admiración por lo bello y hasta perfecto del cuerpo humano, es lo que se refleja en el poema «Cándidos jóvenes», donde el autor hace un retrato minucioso de la belleza que deja la vista anonadada. Entonces, dice Serrano: «Cándidos jóvenes de amenos cuerpos/ riendo gozaban deleitosos baños,/ bellos sus miembros, en las pilas públicas, / bellas sus piernas./ Su piel marcada en calzoncillos blancos / se traslucía en formas bien labradas, / redondas, blancas y de muy buen talle.»

El ejemplo anterior nos muestra como la descripción de la belleza conduce al erotismo en el lector, llegando a recrear fantasías de cuerpos perfectos. Esa línea del erotismo se mantiene en otros textos de la obra, como en los siguientes ejemplos:

«- ¿y qué hacemos, entonces, los deseos? / – Pues tendrán que apagarlos sin rodeos. / – Pues deja de incendiarnos si eso ansías-«. (Hipólito)

«Deja el paraguas. ¡Bellos y desnudos! / somos! La lluvia oigamos sin escudos / y dejemos libre el beso de la boca.» (La voz de la lluvia)

Los toques de erotismo presentes en la obra son espectaculares ya que no llegan al nivel de vulgarismo, al contrario, la fineza de la obra se mantiene y presenta una literatura simbólica y de gran carga afectiva-erótica. En ningún momento la obra cae en el acto coital, pero sí está implícito de una manera tan bella y placentera. Con esto, Serrano demuestra la calidad de escritor que es, manejando el erotismo a la perfección. Alberto, estimula por medio de la palabra y es capaz de concretar el deseo en los cuerpos descritos por sus versos.

Por otra parte, sin lugar a duda los epítetos juegan un lugar importante, ya que profundizan en la caracterización y dan el toque del estilo clásico de obras como la Ilíada y Odisea. De esa manera, Serrano utiliza constantemente los adjetivos para decir: «advertencia loca, manos tibias, feroz Aquiles, caliente arena, pelirroja Aquilea, ruido lácteo, dulce huella, llamas frías…»

Al leer los epítetos me pareció que leía nuevamente: «Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquileo; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves —cumplíase la voluntad de Zeus—desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquileo…», (Canto I, Ilíada) esto es reflejo de que el autor logró el estilo clásico, ya que nos encontramos frente a una obra contemporánea pero con un estilo literario distinto al actual.

Con esta colección de poemas se nos lleva a contextos y parajes de la antigua Grecia. Parece que se lee la mitología clásica pero en una nueva versión surgida de una mente literaria salvadoreña. La intertextualidad creada por Serrano nos lleva nuevamente a Troya y al Olimpo; nos permite revivir la travesía de Odiseo, presenciar la batalla de Aquiles contra Héctor, y sentir el amor de Helena. En ese sentido, cada poema es capaz de transmitir valores y sentimientos de los antiguos personajes clásicos.

Si bien la obra es bastante descriptiva y en tercera persona, la presencia del autor dentro de la obra no es nula, al contrario, la primera persona se hace presente con potencia y deja claro que Serrano forma parte de este mundo cargado de belleza y clasicismo. Por ejemplo en el poema «La voz de la lluvia» dice: «Dame la mano, el ánimo que tejes, / únelo al mío y de escuchar no dejes / de la lluvia que nos convoca» , aquí Serrano demuestra que él también se encuentra en la obra.

También, se introduce a este mundo cuando dice: «A nadie se le oculta, / ni a esquilo,/ de dónde es que venimos esta noche…» (Ni a Esquilo)

Sin embargo, es en el poema «Dionisos no» en el que refleja con mayor énfasis su posición dentro de este mundo literario. En este poema el autor habla directamente a Dionisos y le dice «No me abraces, Dionisos, / No tienes en tu voz la trampa de los días», aquí Serrano le expresa su sentir a la deidad y nos comprueba que su obra no es simplemente académica, sino que también es una obra personal.

Recordemos que Dionisos no es simplemente el dios del vino, esta deidad representa a la locura y el éxtasis. Por lo cual es claro que el autor es uno entre todos estos seres mitológicos cargados de placer y erotismo. Entonces en el poema «Dionisos no» Serrano agrega: «Mejor tomaré el vino del acto de la oscuridad / o al menos cantaré el poder del perro».

Por otra parte, al referirnos a la obra en general debe tomarse en cuenta sobre su estudio las siguientes valoraciones: Primero, es un tipo de literatura especializada en tanto que para su comprensión es necesario el conocimiento de ciertos elementos generales de la cultura y mitología griega. Segundo, es una herramienta contemporánea de acercamiento al clasicismo. Y tercero, es también una literatura justa para desarrollar la intertextualidad.

Finalmente, debo recalcar que Alberto López Serrano entrega a la producción literaria una obra que aborda una temática ignorada por los escritores salvadoreños, quizás por considerarla poco novedosa o llamativa, o puede ser por su complejidad. Sin embargo, no hay duda que esta literatura de Serrano es la que lo catapulta desde El Salvador al exterior como un escritor distinto y digno de ser leído.

Alberto López Serrano es miembro de la Fundación Cultural Alkimia, coordinador de la peña cultural Los Miércoles de Poesía, director de la Casa del Escritor, director del Festival Internacional de Poesía “Amada Libertad” y del Encuentro de Poesía de San Salvador.
About Author

Javier Iraheta