La Calabiuza, una tradición en manos de las nuevas generaciones

Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo ayote para nuestro camino, mino, mino.
Frase dicha por los pobladores para degustar del sabroso ayote en miel.
En las calles se escuchan el chillar de las carretas, sonidos de tambores, gritos agudos y en coro. Se ven las antorchas de fuego y las llamaradas que vuelan por los aires que se aproximan desde el cementerio hasta el centro de la ciudad. Es el día de la Calabiuza.

Cada 1 de noviembre en Tonacatepeque se celebra el día de la Calabiuza, donde los personajes mitológicos salvadoreños recorren las calles, entre gritos, baile, sonido de tambores artesanales, fuego y jalando sus carretas chillonas.
Se sabe que es una tradición antigua ya que los ancianos del pueblo recuerdan que realizaban dicha celebración aunque con cambios sustanciales con respecto a lo que es ahora.

Según el alcalde Roberto Herrera, en un principio la tradición consistía en que las familias del pueblo preparaban ayote en miel y los niños portando morros y velitas pedían ayote en las casas. Para poder recibir el dulce platillo era necesario entonar el estribillo «Ángeles somos, del cielo venimos, pidiendo ayote para nuestro camino, mino, mino.»
Antes la tradición era conocida como «El día de San Caralampio», que se realizaba en honor a los santos niños inocentes. Sin embargo, con la llegada de la guerra civil de los años 80, la tradición se detuvo. Las familias dejaron de preparar el tradicional ayote, se terminaron los bailes en las calles, los niños dejaron de visitar las casas y se guardaron las máscaras y disfraces. Nadie se imaginaba que años más tarde sería la juventud del pueblo la que salvaría la tradición.
Una vez finalizada la guerra, en el año de 1992, un grupo de jóvenes retomó la olvidada tradición. Lo novedoso es que incluyeron los seres mitológicos salvadoreños. ¡Apareciendo la carreta chillona!

Desde entonces los jóvenes y niños elaboran sus carretas, se disfrazan de los seres mitológicos, entretienen a los pobladores y visitantes; manteniendo viva una tradición que estaba encaminada a desaparecer.
Cada carreta es acompañada por un promedio de veinticinco a treinta personas disfrazadas de los personajes míticos. Sobre cada carreta llevan a un personaje mitológico asignado como la siguanaba, el cipitio, el cadejo y otros.

La alcaldía municipal se organiza con los jóvenes en diferentes grupos para que participen y estos con dos meses de anticipación trabajan en sus carretas con materiales como huesos, papel, mecate, y morro, al que le llaman calabiuza.
La creatividad es incentivada por la alcaldía, ya que al final del evento se premia la mejor en categoría juvenil e infantil.
También, la degustación de ayote en miel se ha rescatado ya que la Alcaldía Municipal organiza a pobladores para preparar el platillo en el parque central y repartir a todos los lugareños y visitantes.


El valor de los jóvenes
Si bien la alcaldía municipal propicia la continuidad de este evento, son los jóvenes quienes con sus manos y trabajo mantienen con vida el recorrido de la Calabiuza.
Los jóvenes y niños de Tonacatepeque son un ejemplo de como está en manos de las nuevas generaciones preservar la identidad salvadoreña en un contexto de influencia de cultura externa.

En estas fechas, la comercialización ha exportada Halloween y el Día de Muertos mexicano, pero la juventud jicamera se viste de seres mitológicos, los proyecta y fortalece con esfuerzo y pasión.
Este tipo de actividades permite que la juventud encamine sus energías en actividades que los alejan de la violencia y al mismo tiempo se convierten en luchadores de la cultura salvadoreña. Además, los niños incluidos en las presentaciones como seres mitológicos están recibiendo la herencia de la Calabiuza y le darán continuidad.
¡Mientras viva la Calabiuza, vivirán nuestros seres mitológicos!
A continuación puedes ver algunas de las imágenes del día del evento.









