Que los versos Hablen por mí: el arte de transformar la desdicha en poesía
Que los versos hablen por mí es la inscripción formal de Javier Iraheta en la historia de la literatura salvadoreña de la mano de Dos Alas Editorial. Este es un poemario donde el autor deposita los sentimientos y memorias de su juventud.
Temor, nostalgia, desamor y un poco de ironía matizan los versos que ahora están impresos en el papel. El poeta derrama sobre las hojas todos aquellos pensamientos que agobiaron su mente y corazón en un algún momento.
“Escribir poesía es plasmar, desde lo más profundo, aquello que no somos capaces de pronunciar frente a frente”, recalca el escritor.
El mundo de las letras no es extraño para el joven poeta. Estudió el profesorado en lenguaje y literatura y actualmente ejerce como docente, asimismo, se encuentra próximo a graduarse como licenciado en periodismo.
Cabe hacer la advertencia para el amigo lector de lágrimas fáciles y alma enamoradiza que este no es un poemario para usted. Si aún así decide arriesgarse, a continuación, Javier Iraheta comparte los siguientes 3 poemas como una muestra de lo que se puede apreciar en «Que los versos hablen por mí».
Lo que fuimos
Estoy respirando la agonía y el desaliento
fingiendo que no veo nuestra realidad
ocultando lo que refleja tu mirada
permitiendo que me decepciones.
La verdad es que no sé lo que fuimos
pero te pido que todavía no me sueltes
sólo oculta tus reales intenciones,
quédate junto a mí por el momento.
La verdad es que no sé lo somos
pero por piedad aun no me liberes,
no tengo las fuerzas para volar
aun me mantengo vivo por ti.
Viendo nuestro universo aun de pie
sé que podrás dejarlo todo como nada
mas no te aproveches de tu valentía
mira que mis alas permanecen rotas.Voy a volar
aunque siempre estaré enjaulado.
Voy a sanar
aunque siempre llevaré este dolor.
Voy a salir
aunque siempre veré desde adentro.
La tristeza
La tristeza de mi vida
no nace de tu ausencia
ni se alimenta de tu olvido.
Esta tristeza que me acompaña
eternamente como mi sombra
yace en tu existencia sin mí;
Vas por esta vida riendo y llorando,
mientras yo voy riéndote y llorándote.
Salud
Salud por la tarde que te esperé y no llegaste,
por la rosa blanca que compré y guardé por días.
Salud por las palabras que repetía en mi mente,
esas palabras con las que pensaba abrirte mi corazón.
Salud por tu hermosa mirada clavada esa noche en mí
y por sentarte junto a mí para hablarme con valor
mientras se me encogía el corazón de emoción.
Salud por tu bello rostro que me desequilibra
y por los lunares que adornan tu hermosura.
Salud porque tuve el valor de decir: «Hablemos»
valor que creí no tenía después de sufrir tanto.
Salud por las mariposas que sentí cuando nos despedimos
cuando estrechamos las manos y acaricie tus dedos.
Salud porque dices que no busco lo mismo que tú
pero yo también busco amor y felicidad.
Salud por mi cobardía que me ha impedido tenerte,
Salud por quién te da lo que yo guardo y me mata.
Salud porque mi corazón perdió un poco más,
Salud, salud, salud por mí y por mi amor.